viernes, 6 de abril de 2012

Qué hermosos días!

Querido, Diago:

Os prometí escribirte pero creedme que no pensé que las campanas sonarían tan pronto. Vedme aquí, os aseguro que no veréis más que mis ojos llenos de lágrimas, y entre mis manos, una flor. Es dulce el contraste de tristeza y alegría que embarga mi alma al conocer que aun vos seguís vivo, tan estático como yo. Entonces no habrá más que decir en cuanto a los arboles que algún día florecieron para vosotros. Ya conocéis lo que sentí alguna vez.

La brisa, la que tanto habla de mi sin conocerme, me ha dicho que vos estas aun respirando, huyendo del reino que alguna vez fue tuyo y ahora pertenece a los Reyes de Alijas. Dime, Diago, cómo los rayos del sol volverán a posarse sobre vuestros brazos y llenarán de aire vuestra sangre azul, cuándo?

Hablar de vos me llena de tranquilidad, y cantar! Oh, cantar! Jamás canté así: tan alto, con la voz tan serena que parecía que ella me cantaba a mi.

Qué hermosos días! Qué hermosos días!

Sería muy ingenuo de mi parte pedirle a la brisa que hable de vos.

Qué hermosos días! Qué hermosos días!

Estela.

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