lunes, 9 de abril de 2012

Es Primavera, adorada Estela!

Oh, Estela! Mira el cielo. Son nubes las que se mueven, es el cielo que ha dejado verse para ti. Oh, Pequeña, al fin alcanzas ver un rayo de luz, y te calienta y alivia tu ser.

Oh, Estela! Tu piel brilla y tus ojos, oh! Tus ojos. Qué hermosa eres! Sal de tu casa, la que has construido con nieve! Deja de jugar y ponte bajo el rayo de sol! Tú que habitas en invierno, recuerda este día.

Mira tus manos, están cansadas de jugar, tus ojos de llorar y tu alma de hablar. Calla ya! Deja que la brisa, el tiempo y el sol te hablen a ti. Estela, deja el papel y el lápiz, deja de escribir. Olvida la tercia y disfruta la sexta porque Diago ha visto el azul otra véz, sin ti. No llores, acaso el amor no se trata de eso? Que ambos vean y sientan el sol aunque sea en latitudes diferentes? Deja las campanas de la iglesia sonar cuando tengan que hacerlo, si tienen que.


Oh! Estela! Majestuoso día! Pero no veas tus pies. No veas aquellas cadenas que te atan y no te dejan caminar. No, Estela. No es Invierno, es Primavera pero en tus tobillos hay cadenas, no te dejan caminar. Al otro lado de aquella montaña hay flores que renacen y hay agua que corre por el rio. Túmbate en la nieve y caliéntate. Espera y quizás y sólo quizás el sol derretirá la nieve y podrás encontrar la llave.

Hermosa Estela, Lewis siempre está contigo. Lewis! Oh, Lewis!

Ríe. Ríe tan al alto como puedas y olvida que las horas del día pasarán y se llevarán consigo el sol y traerá la luna. Respira, Estela, otra vez. J

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