jueves, 26 de abril de 2012

Es hora de partir, Estela

Pequeña princesa de hielo, has estado perdida y agonizando. Es hora de partir...

Diago ha muerto.

Ingenua princesa, víctima de su título y sus cabellos, tus ojos te han condenado a ver ahora lo que hay mas allá de las montañas. Estela, no te has podido salvar a ti misma, cómo pretendías salvar a alguien más? Tu cuerpo es débil, tu aliento se desvanece y las lágrimas, que son eternas, ahora se deslizan por tu hermoso rostro.

Llegaste aquí con tu pieza, con tu inmensa ingenuidad y pretendiste crear de ti aquella figura que rescataba al príncipe de la guerra. Oh, Pequeña! La lluvia cae y moja, el sol sale y calienta; nadie puede detener en sí el ciclo de las cosas, todo pasa. Y es que ese pasar significa que la guerra es para quienes tienen que ir a la guerra. Mira como terminaste: con una espada clavada en tu pecho. Sácala ahora y déjarte ir. Es hora de partir, Estela.

Deja de ver, de respirar, de sentir. Es hora de morir...

Y nadie resucita, pero Lewis...

No hay comentarios:

Publicar un comentario