sábado, 21 de abril de 2012

Mirad

Querido Diago:

Oh, Diago, has estado en la guerra?  

Recuerdo a vuestro rey contar maravillosas historias acerca del triunfo de Charleroy sobre las tropas de lejanos reinos, recuerdo tambien cada una de sus cicatrices y de sus lagrimas por aquellos hombres que perdió en batalla. No te culpo por abandonad la guerra, mirad que ya son muchas vuestras batallas, muchos vuestros triunfos pero también muchas vuestras derrotas. Mirad a esta ingenua Estela, pensé que sería capaz de derrotar a un ejercito entero de guerreros con la espada que me ofreció Lewis, mirad como todos se lanzaron sobre mi y rasgaron mis vestidos, mirad como cada una de sus espadas abrieron heridas en mi cuerpo, mirad como brota la sangre de mis venas, mirad como es, no es azul, pero aún respiro.  

Querido Diago, mirad tu pecho, sacad la lanza que reposa en vuestro corazón, es hora de partir. No te  culpéis por la derrota de estos tiempos, no me culpéis por la ingenuidad de mi título. Nadie sabe cuando se perderá o ganará, pero mirad vuestra ingenuidad mirando al cielo buscando las aves que, según ellos, decidirían vuestro destino. 

Cómo pensé que sería capaz de igualar la fuerza de mil hombres?  

Recuerdo habed  tomado mi espada y posarla sobre miles de almas robándolas a cambio de la mía, te recuerdo escapando; cómo no escapar luego de habed perdido vuestro reino? De qué habría servido luchad por el mío? Oh, ingenua soy. Miradnos a todos, miradnos a vosotros luchando por una guerra que no es vuestra, que no nos pertenece, y entonces nos dejamos ganar; entonces sus espadas lograron vencer las vuestras y alcanzaron, con sus afiladas puntas, atravesar vuestra piel.  

Mirad las manchas en la nieve, como las respiraciones de vuestros sentidos se apagan, como despertamos a otra realidad, como el sueño que llegó en octubre se ha ido en marzo. Las guerras ya cansaron a vuestras espadas, nadie es capaz de darnos lo que ya tenemos porque ningún reino en el mundo puede compensar el daño que hemos causado. Cómo ellos deciden vuestro destino si ninguno sabe de donde venimos? Qué castigo es justo para vosotros si nadie conoce vuestros corazones? Ninguno a contado las gotas de sangre roja que corre por vuestra culpa.  

Intenté rescatar a mi pueblo de la desgracia y me hundí, intenté salvad vuestra alma y solo la perdí, quién es capaz de decid que el trono me espera? quién es capaz de decid que merezco algo después de la guerra? quién más que yo para saber que la corona manchada está? pero, cuál no lo está? será que la gloria, la riqueza, el poder y la victoria yace al lado de la desgracia y la culpa?  

Oh, Diago, oí que dejasteis de existir. Diago, aquí en la nieve, aquí con las cadenas que aun me atan no siento mi cuerpo, estoy cansada de pelead. Nadie nos salvó mas que vosotros mismos, ni tu, ni yo, fuisteis tu, fui yo, no vosotros.  Quién es capaz de salvadnos más que vosotros mismos? 

Cientos de historias que ya conocía, por qué fuisteis tan ingenuo y no confiasteis en mi? por qué corristeis directo al filo de la espada? por qué? Miradnos ahora, sin vida, más que la vida en sí misma. 

Estela.

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