sábado, 13 de diciembre de 2014

De la muerte nunca se escapa totalmente vivo, así como si pudieras tomar el camino del creador y salir ileso de aquella travesía. Aunque para ser sincero, nunca creí que escapó sin algunos rasguños. 
Ahora, vayamos al punto. La muerte trae consigo más muerte. Te quita el aliento, te borra la memoria y a veces vuelves así, tan frío como te tuvo mientras estabas con ella. 

¿Y entonces cómo puedes escapar totalmente vivo? Imposible! Digo yo. Y no, no. En ningún momento pensé escapar, pero de pronto me vino aquella voz y me dijo "los muertos están en los cementerios", y vi donde estaba postrado. No era cemento o una falsa cama con cuatro tablas a mi alrededor, era una suave manta lo que cubría mi cara y ese olor... el suave olor de las margaritas. Abrí los ojos y tenía a diez curiosos hombres viendo mi rostro, sorprendidos por aquel nuevo milagro, la resurrección. 

No me hicieron fiesta, ni misa, ni aquella acostumbrada cena de bienvenida, de las que hacen cuando uno vuelve de un largo viaje o del hospital después de una grave enfermedad. Se postraron en el sofá, uno al lado del otro, ordenadamente, empezando por el más pequeño hasta el más alto. 

Los sofás hacían un círculo y yo, postrado en una silla, me encontraba en el medio, como cuando la policía pretende que digas lo que ellos quieren que digas. Así tenía a todos. Observando juiciosamente cada movimiento, cada gesto que les confirmara que verdaderamente yo estaba vivo. porque para entonces yo aún no me movía. 

----------------------------------------------------------------------

- Hey! Parece que está vivo!
- De verdad? Tómalo y llévalo. Síentalo en la silla de Doña Clementina
- Pero cómo? No quiero que me jale las patas en la noche
- Tranquilo! Esa no ha despertado desde hace cinco años

-----------------------------------------------------------------------

Parpadeé. Sentía el olor aun corriendo por mi cara. Debió ser Augusto quien las colocó. Ese viejo siempre pretendiendo saber que hacer. No me extrañaría que Clementina fue una de sus víctimas. Y no es porque yo lo haya visto, pero siempre se escucha en los pasillo que Augusto en su afán por medicar a los enfermos con sus "medicinas naturales" ha dado el ticket de ida sin vuelta a más de uno.

- Mira! Está moviendo los ojos! - gritó María - 

No pude resistir la tentación de mover los ojos y lo hice. En ese momento todos empezaron a aplaudir, los más incrédulos empezaron a invocar a sus dioses, a pepito y a fulanito. Abrieron la puerta y gritaron; A vuelto!. 

Conforme pasaban los días, yo seguía ahí, sentado. Sin necesidad de dormir, comer, hablar o ni siquiera mirar. Y ellos conforme pasaban los días, ellos perdían la esperanza de recuperar a su amado Thomás. 

Ahora camino, veo y como algo, pero la muerte sigue aquí conmigo y mientras pasan los días se acostumbra a mi y yo a ella. Pero ha sido buena, me deja caminar, tomar el sol y ver el paisaje. Y ya no duermo en el cementerio!



















lunes, 8 de diciembre de 2014

Estuviste en mis sueños todos estos años y te encontré. Te encontré de la manera más absurda más incoherente  y menos racional, así, del mismo modo que estaba yo; absurda, incoherente y menos racional. Sin palabras qué decir. Te encontré y me enamoré. Eres tú. ¿Acaso eres tú? Sólo tengo aquella sonrisa y un papel con tu nombre, el mismo que escribí yo para no olvidar.




martes, 11 de noviembre de 2014

Cuatro

Debí escribirte hace más de un mes, como siempre, pero no quería, no podía. No podía permitirme llorar otra vez. Necesitaba tener las fuerzas suficientes para poder llegar a mi destino, donde tampoco estás.

Nunca fui capaz de escribir el cuatro.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Una extraña en París

Hace una semana llegué a París, una ciudad que me enamoró como ninguna otra cosa en el mundo. Solo fueron 12 horas de viaje desde mi Caracas pero en realidad fueron más de 15 años de sueños y más de 24 de aprendizaje constante. Llenos de golpes, de tropiezos, de mucho dolor y llantos. De lo más triste. Pero también de todo aquello que me ha permitido estar aquí y darle el valor a lo que ahora tengo. Lo mejor de mi se quedó en mi tierra; mi familia. Pero ahora, ahora más que nunca tengo fe, esa fe que nunca tuve y esa esperanza de un mejor mañana. Gracias, Señor. Te reconozco y te sigo. Te amo. Nunca me dejes caer.