La muerte llega al final de la vida. ¡Sí, cómo no! Aún se puede
respirar y caminar al mismo tiempo de estar vivo. Que lo diga ella que no conocía la muerte hasta que llegó. Mírala, con sus nuevas
arrugas y su forma de caminar, la que arrastra los pies y lleva la
mirada puestas en aquellas hojas, con letras fantásticas que la
reviven cada día. Allí está él, en una tumba pero aún vivo. Sí, vivo.
En aquellas hojas, con la misión de recordarle a aquella niña que
está viva, que puede jugar y amar.