Las pequeñas tormentas se acumulan en los recuerdos y poco a poco se convierten en una tempestad gigante, de incalculable proporción. Que alerta sobre la llegada de muchas otras. Y esperas a que salga el sol.
Esperar? Qué tal salir en busca de Él? Poder ver el sol, calentarse, disfrutar de las olas, de la playa y lo bueno de eso. Quizá la piel no soporte los rayos del sol, el cabello se quiebre y los labios se quemen, porque el cuerpo se acostumbró a la tormenta y el frío....
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