miércoles, 25 de enero de 2012

Barricada

Hay prisa, sus pies se mueven rápido como el viento, intenta encontrar una salida, una nueva salida a lo que no puede hacer frente. Se escapa, huye tan rápido como agua que corre por el acantilado. Corre, salta, grita, huye. Las voces gritan que corra, que hulla, que se mueva tan rápido y silenciosamente como aquella vez. Las palabras son pesadas como las culpas, como sus ojos desvelados por causa de los tormentos. Aire, tan franco o tan débil en sus manos, quiere ahogarse, quiere escapar, necesita escapar.

La luz del sol y sus rayos son aviso de peligro, de lo nuevo, de lo viejo; de algo que ya ocurrió, de algo que nunca pasó. La noche cae y en su tenebrosa oscuridad ella siente paz, siente el dulce temor recorriendo sus venas; sinceridad de la noche, de las penas, del miedo. Huye… de aquello que desconoces y pareces conocer, de lo que no sabes que pasará y temes tener, de las voces que gritan poder ayudarte y aún no sabes reconocer; de las lágrimas que corren entre los bosques; lagrimas que nunca salen después del amanecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario