lunes, 30 de abril de 2012
(Carta encontrada en Primavera)
Apenas recuerdo los días de guerra pero ya no importan, solo recuerdo que al final fuisteis tu quien con la espada me hirió, quien por miedo a que ellos me mataran sin piedad preferisteis hacedlo tu.
Aquella mañana los ejércitos estaban preparados para la batalla. Logré robar una armadura en donde apenas cabían mis cabellos. Fui directamente al encuentro con Lewis y de allí partimos al campo de batalla. Pero mirad como descubrí que sería todo: el rey de Alija quería rescatadnos, quería el bien para vuestro reino, una alianza con Charleroy pero vos, por vuestra inmensa cobardía, decidisteis escapar y no suficiente con ello, decidisteis matadme a mi. No esperasteis la guerra, solo huisteis de ella.
Habías herido mi cuerpo mientras dormía, y yo, con mi inmensa ingenuidad y mis ojos vendados no lo vi, no lo sentí.
No me queda mas que un segundo de vida y mirad ahora, solo está Lewis.
Disfruto de mis cabellos, de mi risa, de mis recuerdos... es hora de partir.
Y nadie resucita, pero Lewis.... solo Lewis sabe.
jueves, 26 de abril de 2012
Es hora de partir, Estela
sábado, 21 de abril de 2012
Mirad
lunes, 16 de abril de 2012
1000 ....
domingo, 15 de abril de 2012
Transatlantique
lunes, 9 de abril de 2012
Es Primavera, adorada Estela!
Hermosa Estela, Lewis siempre está contigo. Lewis! Oh, Lewis!
Ríe. Ríe tan al alto como puedas y olvida que las horas del día pasarán y se llevarán consigo el sol y traerá la luna. Respira, Estela, otra vez. J
domingo, 8 de abril de 2012
Es decir, Él es
El problema de escribir que es que te lean quizás aquellas personas que no quieres que te lean. Si esta cuestión fuera tan fácil sin duda pondría a la vista la interminable capacidad de abstracción que hay en mí. Pensar, pensar también resulta un problema pero hay ciertas palabras que logran crear paz.
No creo que exista mejor momento para hablar de “ÉL”; y es que indudablemente “Él” se hace hoy mas presente que ayer y es que hasta ahora no había logrado comprender muchas de las cosas que me tenían atada a aquel pasado que tristemente llegó.
Caminar y caminar con los ojos vendados no resuelve nada. “TU” me quitaste la venda y ahora camino hacia “Él”, fuente de agua que calma mi sed. Y entonces, por qué ver hacia atrás? Por qué creer que el pasado es mejor que el presente y que cada una de las cosas que vivimos son desgracia? O acaso no es “ÉL” quien con su grandiosa e infinita sabiduría marca sobre nuestra piel cada uno de sus designios?
“YO” una pésima imitación del ser maravilloso que fue “Ella”, no voltearé hacia atrás y es la única manera de ver la luz que hay allí, en “Él”. No. No decido borrar la marca “Ella”, las cicatrices están en mis brazos, en mi pecho, en mis piernas, en mi corazón, pero “Él” ha sanado las heridas y ahora puedo volver a respirar.
Qué hermoso volver a respirar como antes, Cómo antes? No. Ahora no sólo respiro sino que también vivo. Gracias, porque “TU” fuiste quién quitó la venda de los ojos y esta causalidad parece tener ahora sentido, es la razón que tanto buscaba, y quizás y sólo quizás, es una de tantas, quizás y sólo quizás, por ahora.
Esta interminable sucesion de "gracias" quizás se redibuje en "TU". Quizás, quizás, quizás ... quizás lo que faltó fue el verbo, quizás.
viernes, 6 de abril de 2012
Qué hermosos días!
Querido, Diago:
Os prometí escribirte pero creedme que no pensé que las campanas sonarían tan pronto. Vedme aquí, os aseguro que no veréis más que mis ojos llenos de lágrimas, y entre mis manos, una flor. Es dulce el contraste de tristeza y alegría que embarga mi alma al conocer que aun vos seguís vivo, tan estático como yo. Entonces no habrá más que decir en cuanto a los arboles que algún día florecieron para vosotros. Ya conocéis lo que sentí alguna vez.
La brisa, la que tanto habla de mi sin conocerme, me ha dicho que vos estas aun respirando, huyendo del reino que alguna vez fue tuyo y ahora pertenece a los Reyes de Alijas. Dime, Diago, cómo los rayos del sol volverán a posarse sobre vuestros brazos y llenarán de aire vuestra sangre azul, cuándo?
Hablar de vos me llena de tranquilidad, y cantar! Oh, cantar! Jamás canté así: tan alto, con la voz tan serena que parecía que ella me cantaba a mi.
Qué hermosos días! Qué hermosos días!
Sería muy ingenuo de mi parte pedirle a la brisa que hable de vos.
Qué hermosos días! Qué hermosos días!
Estela.
miércoles, 4 de abril de 2012
La tercia
Para: Diago
El día es más cálido hoy, logro percibir el amanecer aun cuando mi cuerpo reposa sobre el hielo, mi cabeza se apoya en una roca y tengo visto húmedos trajes. Tengo ganas de cantar, de elaborar hermosas melodías y bailar.
Diago, en estos momentos, cuando recibo por parte de Lewis las primeras palabras del día y la llegada de la tercia, añoro el periodo de otoño. Recuerdo una fecha en especial: Eran tiempos de paz gracias a los acuerdos que firmaron el Rey de Alijas y vuestro Rey, Felipe. Se organizó un baile en su honor. El Príncipe de Alijas estaba presente, y su madre, Leonor. Me causad mucho carcajeo porque mi prima y yo le gastamos bromas a los dos, como aquella cuando pusimos una pequeña porción de especias a la bebida de la Reina y ésta se puso colorada, su garganta comenzó a picar y gritaba por agua. Era incontrolable las risas de la corte en pleno banquete.
No me juszgueis, amado Caballero, eran tiempos de juegos e inocencia.
Esa mañana, mi madre me había regalado unas zapatillas nuevas, quería usarlas, las había mandado a traer de Francia especialmente para mí. Brillaban como luciérnagas, pero eran duras. Sabía que no podría bailar toda la noche, aun así las usé, preferí pasar por alto las advertencias de mi subconsciente. Ciertamente, mis pies se incomodaron y salí del gran salón en busca de un lugar de descanso.
Diago, en el bosque, a las afueras del castillo, había un árbol, el más hermoso. Medía varias brazas, tenia enormes ramas y sus hojas eran frondosas. Sus largas raíces eran mi cama en tiempos de guerra. Las pequeñas lágrimas empapaban los brazos, jugaba entre ellas y existía una mágica unión entre este ser la naturaleza y yo. Alguna vez vos preguntasteis por qué ese árbol. Por qué cuando el invierno llegó aun seguía bajo aquel árbol, estática. Dicen que las hadas vivían allí, que con hechizos lograron capturar a mil princesas y les robaron su belleza. Los duendes llenaron de fortunas los troncos y lo que brillaba, y se podia ver a lo lejos, era oro.
En los días de sol, corría por los pasillos del castillo sin imaginar que algún día ese árbol en donde dormía en tiempos de hambruna se secaría. Adoraba dormir entre las raíces, viendo caer las hojas; pero le dolían a las ramas. Sí, era egoísta pedirle a la tierra que se detuviera allí, en otoño. Era egoísta disfrutar del jugar entre las hojas cuando mis pies, cansados, saltaban y rompían lo que quedaba de ellas, y entonces llegó.
Ahora duermo en la fría y blanca nieve, pero Lewis me ha enseñado a dibujar, mira como pasan las cosas, amado, dejé el arte de engañar a el tiempo y ahora dibujo sobre él.
Os prometo contar si me alcanza el papel, la tinta … la vida.
Estela.
domingo, 1 de abril de 2012
De: Estela Para: Diago
Querido Diago:
Recién encuentro una bolsa abandonada en la nieve, pensé, en medio de la demencia que embarga mi espíritu, que se trataba de alguna señal de que un noble perdido podría encontrase en las cercanías, pero no encontré a nadie. Diago, os confieso que me he angustiado y mi alma también. Escuché a la brisa decir que salí huyendo de la ciudad, que no asistí a vuestro encuentro por flaqueza, por miedo a la noche y a la luna, pero vos sabéis que no es así o espero que sepáis que no fue así.
Para que entendáis, relato a continuación mi travesía:
Se adentraba noviembre y mi padre me pidió que buscara en la lejanía a mi prima, pues solo confía en mí la seguridad de tan respetable señorita, que como sabéis llegaba ese día desde muy lejos. El clima era turbio y las ventiscas soplaban pero aun se podía ver el horizonte. Tomé el carruaje y salí antes del almuerzo. Llevaba conmigo dos abrigos, mi ropa de invierno, agua y pan, tal como lo preparó Marian.
El camino estaba frío, lo pude notar por las gotas que brotaban de las finas ruedas de madera que parecían navegar por el intransitable camino de piedras y en las otras tantas de barro. Lewis logró sacarme de Charleroi, pero tan pronto crucé las murallas del reino, el invierno se hiso mas evidente y el horizonte desapareció, cual sol se esconde con la llegada de la luna.
Y entonces la tormenta nubló mis ojos y congeló mi cuerpo, Lewis sin saberlo me llevó lejos. Pasaron días y cegada llegué a un pequeño campamento abandonado en la cima de una montaña, parece ser que el frío logró robar almas, incluyendo la mía.
Pero mi desesperación se vio frenada cuando recordé las frases que vos grabasteis en mi corazón “Amada, te veré en la colina, donde prometimos vernos siempre que se acerque el invierno”, y entonces mis ojos se llenaron de lágrimas tibias, mi cuerpo logró moverse y mis pasos, tan lentos como el florecer de un tulipán, volvieron a ser visibles para el tiempo, para el viento y para Lewis. Logré comer, beber y soñar con el regreso a la ciudad.
He resumido, solo como breve introducción a la verdadera intención de este escrito, mi travesía, que me ha dejado en medio del invierno y entre las montañas, en un lugar que seguramente solo Lewis conoce. Pero cómo podría preguntarle a mi hermoso caballo: dónde estamos?, seguramente es imposible que responda.
Diago, no escucheis lo que la brisa dice sobre mí, no me alejé de vos por miedo a la noche o a luna, quién más que vosotros, aventureros en medio de las tormentas, para no temer a los astros que se suspenden en el cielo, dignos de ser admirados y que se pasean sólo con la intención de darnos vida y embelesarnos con su hermosura?
Ese día, nunca quise partir, pero como sabéis, las órdenes del Rey son implacables y podríamos haber sido llevados a la horca, aun cuando vos, con vuestra inmensa inocencia, me dijisteis que quizás Dios jugaría a vuestro favor. Pero ahora sabéis que toda la caballería está en vuestra búsqueda.
Diago, el invierno me seduce y me invita a quedarme, pero no es por no amar el verano. Ambos son hermosos pero sólo en invierno sabéis que tanto puedes llegar a amar y aquí, en medio de la nada, con mis pies helados, sin casi respirar, te recuerdo. Qué hermoso poder amar en invierno! Recuerda que la mayoría ama en verano y cuando el sol se esconde el invierno los lleva a otros lugares.
Y entonces no podeis dudar que mis sentimientos hacia vos son sinceros, porque aún en medio de la tormenta logré ver lo que ellos solo ven en los días soleados e intentaría aún con mis pies agrietados, caminar hasta vuestro reino.
Son pocas mis líneas pero seguiré escribiendo para vos, amado Diago.
Estela.